Aromas de escalada

¿Quien no ha sentido alguna vez el perfume de la roca?, ¿quien no ha notado el olor de la piedra, distinto según los tipos?.
Ácido el del granito,






































dulzón el de la caliza blanca,






































fétido, sulfhídrico el de la caliza negra al romperse,






































a tierra húmeda el de la arenisca,

















sulfuroso el del basalto






































y con matices variados el de la dolomía, cuarcita o gneiss. Los olores nos evocan el origen y componentes, y los escaladores nos convertimos en catadores de rocas.

Cuarzo y feldespato en el granito, mares cálidos y tranquilos en la caliza blanca,




















con millones de organismos que conforman la caliza negra, arenas cuarcíticas cementadas hace millones de años o lavas volcánicas enfriadas rápidamente.
¿Y qué decir del perfume que se impregna en las manos, que permanece en la nariz tras una escalada?. El olor de la cuerda, del polvo de magnesio y la colofonia,





















y para los muy antiguos, el olor de los pantalones bávaros de pana, de la camisa de franela o del aceite de linaza que protegía la madera de nuestros piolets.






































Cerrad los ojos y evocad los olores.

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