Charo, Parrado, Jose Rubio y yo teníamos pensado acercarnos a la María grande, pero nevaba con una ventisca tremenda, no se veía un farrapo y nos dijeron que en Cueto Negro estaba el bar abierto. Nos pusimos los crampones en la subida a pesar de ir por una buena pista, porque estaba todo helado. Esa noche el termómetro de mi casa había marcado -12ºC. Comimos, bebimos (carajillo incluido, en todas las cimas debía haber un bar) y para abajo. Bajando de la Collada Gistreo, ya muy cerca de Casares, nos quitamos los crampones e inmediatamente patinazo, al suelo y... esguice de rodilla. En calente bajo bien a Casares, pero ya en casa se hincha como un botijo, duele y todas esas cosas que suelen tener los esguinces. El médico me pide una resonancia magnética porque dice que puede estar tocado el menisco. En fin, hielo y a pensar "por qué me quitaría yo los crampones tan pronto?. Habrá que resignarse y pensar, como dice Murakami, que "en última instancia, tal vez sólo pueda afirmarse una cosa: que quizá la vida sea así. Y que quizá no nos quede otra opción que aceptarla sin más, tal cual, sin buscar circustancias ni motivos. Como los impuestos o la muerte de John Lennon."
Os pongo unas fotos, de Charo (yo no llevaba la cámara).
La cara norte del Palero, con el impresionante corredor norte abierto hace más de cuarenta años por Isidoro Rodríguez y el "Mesias".
Ya tengo cara de gilipollas por el dolor de la rodilla (sin dolor también la tengo, pero así parece justificada)
Al final salió el sol y pudimos ver las Marías
y Meloita, Peñas del Predo y la Barragana a lo lejos.
Cuida la rodilla, solo tenemos 2. A ver cuando coincidimos en una carrera. Estoy un poco bajo. A ver si se pasan las molestias y los catarros y vuelvo al tajo. Chao Cris.
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