Como soy muy listo (o eso creo), me conozco un "atajo" que rodea el cañón por encima de la cueva de la virgen y para allá me voy. El cañón desde arriba impresionante, como siempre, pero lleno de agua.
Bajo de nuevo al cañón, y sigue lleno de agua. Me doy cuenta de que otras veces he pasado con las botas de montaña y de piedra en piedra, pero mis Assics Trabuco, aunque son de gore-tex me parecen un poco livianas para levitar sobre el agua y le digo adiós al Amargones.
Vuelta al atajo, marcado con jitos, empieza a llover y yo con estas pintas...
En la guarida de la virgen me protejo del día, que se pone húmedo. Como el otro día, debían haber pasado guajes por el sitio, porque había otra casetina con paisanines. En la cueva, habían puesto un caldero para proteger "nosequé" de una gotera.
Vuelta al pueblo. Veo que los carteles van proponiendo el lugar como patrimonio geológico. Menos mal que la geología se empieza a tomar en serio. Al final no me resisto, una vez más, a fotografiar los coloridos oxidados de la Jarosita.
Al final, como era pronto y "tenía" que hacer algún kilómetro más, subí por la cresta hasta la collada que baja hacia Portilla de Luna.
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