Fuerteventura, los volcanes del viento (II)

En esta visita a Fuerteventura he recorrido tres zonas, la norte y noreste, la costa oeste en Ajuy y una pequeña visita a la costa SE en Pozo Negro, además de los pateos diarios por los caliches que rodean la zona donde resido, en Castillo-Caleta de Fuste.

El recorrido N-NE lo hice desde Castillo-Caleta de Fuste pasando por Puerto del Rosario y comenzando por la espectacular llanura de dunas de Corralejo que ocupan una buena parte del sector noreste de la isla, para seguir de Corralejo a El Cotillo y regresar a Puerto del Rosario por La Oliva.






Dividiendo las zonas geológicas por sus entornos más visibles podemos indicar:

Volcanes en el entorno de Corralejo:

Hace unos 135.000 se produce una intensa actividad volcánica en el extremo norte de la isla de Fuerteventura. Una serie de centros de emisión de material volcánico ampliaron la superficie de la Isla hacia el norte en 112 km2 y formaron la Isla de Lobos. En algo más de 4,5 km se presentan 7 centros de emisión, con una altura entre 200 y 270 metros, que forman los volcanes de Bayuyo y Mascona. En el extremo de la alineación se presenta la Caldera de Lobos. En los 10 km aproximadamente que existen entre La Caldera de Lobos y Montaña Colorada la cadena de volcanes tiene una clara alineación con dirección noreste - suroeste. Un poco más al norte, los volcanes de Montaña de la Mancha y Montaña de Lomo Blanco, también presentan esta misma disposición. Se trata de la alineación de conos volcánicos más clara y definida de la isla de Fuerteventura y refleja la existencia de fracturas o líneas de debilidad de la Corteza por las que el ascenso de magma se produce más fácilmente.





Las dunas quemadas

Hace más de 135.000 años una playa se extendía por la zona norte de Fuerteventura en la línea que une Cotillo-Lajares-Huriame. En ese momento, la arena depositada en su orilla era trasportaba por el viento hacia el interior de la isla formando jables como el de Lajares, Rosa Negra o los depósitos arenosos de Huriame. La erupción de los volcanes de Mascona y Bayuyo, hace unos 135.000 años, desplaza la línea de costa de la Isla más hacia el norte dejando estos depósitos arenosos sin conexión con el mar. Los materiales enviados por el volcán a la atmósfera en su actividad explosiva (piroclastos) fueron arrastrados entre 2 y 3 kilómetros hacia el sur por un viento de componente norte, semejante al actual. Este material volcánico se depositó y cubrió las dunas, especialmente en la zona de El Quemado.

La posterior acción erosiva del agua y del viento ha dejado al descubierto estos depósitos en los que se observa una capa oscura de material volcánico sobre un depósito claro formado por un antiguo campo de dunas (jable). El Quemado es el único lugar de Canarias dónde puede observarse esta superposición de material volcánico arrastrado por el viento con material arenoso de origen marino también arrastrado y depositado por el viento.





La montaña de arena

Entre Lajares y La Oliva, el cono de piroclastos basálticos de la Montaña de la Arena preside el paisaje de esta parte norte de la Isla. Los piroclastos que forman el cono, lapilli o picón, escorias, bombas volcánicas y bloques, se encuentran finamente estratificados. Las dimensiones del mismo son sobresalientes en este tipo de edificio volcánico en Fuerteventura: 840 a 700 metros de diámetro de la base, y unos 120 metros de altura. En su cúspide aparece un cráter circular de unos 120 metros de altura que se comunica con otro cono lateral de menor dimensión y un salidero de lava en la parte inferior del flanco nororiental.

Alrededor del cono aparece un amplio malpaís de coladas escoriáceas de tipo “aa” y en menor medida, de coladas cordadas ampliamente cubiertas por líquenes de variados colores. El carácter lajeado de estas coladas cordadas en el extremo norte del malpaís da nombre al pueblo de Lajares. En diversos puntos del malpaís se pueden encontrar algunos tubos volcánicos gracias a la presencia de numerosos “jameos”. Las coladas partieron de fisuras radiales desde la base del cono y también desde el lado occidental del cráter principal a lo largo de varios canales de lava. Las coladas del malpaís cubren en sus extremos arenas eólicas y depósitos de caliche de color blanco lo que confiere al paisaje un fuerte contraste entre el blanco de estos mencionados depósitos y el negro de la lava.




La montaña de Tindaya

Siguiendo la carretera en dirección a Puerto del Rosario, se observa esta pirámide de piedra que destaca sobre los llanos de Esquinzo. En realidad se trata de un pitón de composición cuarzo-traquítica que formó un domo, es decir, una acumulación de lava muy viscosa, relacionada con una erupción acaecida hace unos 18,7 millones de años en los primeros momentos de formación del gran edificio escudo de Tetir. Su presencia se debe a un típico fenómeno de erosión diferencial: las rocas basálticas que formaban parte del edificio escudo desaparecieron como consecuencia de la intensa erosión sufrida a lo largo de millones de años, sin embargo, la resistente roca cuarzo-traquítica resistió los embates erosivos y terminó destacando en la amplia llanura.

La base de la pirámide rocosa se encuentra salpicada de pequeñas canteras de extracción de roca, hoy inactivas. Merece la pena acercarse a alguna de ellas para apreciar mejor la belleza de la misma. Lo primero que nos llama la atención es la presencia de “lajas” o “escamas”, separadas por planos curvos, por lo general paralelos a la superficie del pitón. Este curioso lajeado se debe, tanto a la disminución de volumen o retracción experimentado por la roca en su enfriamiento al consolidarse desde la lava en momentos posteriores a la erupción volcánica, como al efecto de la descompresión sufrida por la roca debida a la descarga continúa de las masas de rocas más superficiales por el efecto de la erosión. La roca extraída de las canteras, con alto valor ornamental, tiene un típico color rosado y se encuentra adornada por formas acintadas y concéntricas de tonos rojos, ocres y negros. Estas curiosas formas se denominan anillos o círculos de Liesegang. Su formación se debe a fenómenos de difusión de ciertos elementos químicos, hierro y manganeso principalmente, desde nódulos que se encuentran dispersos en la roca ricos en estos elementos. Son como los “cercos” que se forman en una cortina llena de polvo que hubiéramos sumergido en agua y luego secada. Este fenómeno de difusión está íntimamente ligado a fenómenos de meteorización de la roca y las estructuras desaparecen a algunos metros de profundidad donde la roca no se ve afectada por este proceso de meteorización. En León tenemos unos magníficos ejemplos de estos anillos en las Cuarcitas de la Presa de Barrios de Luna.

En la parte alta de la montaña aparece un importante yacimiento de grabados fundamentalmente de podomorfos realizados por los antiguos habitantes de la Isla, los Majos, que consideraban la montaña como un elemento mágico.





La costa SE:

Pozo Negro

Las coladas emitidas por los volcanes tienden a discurrir hacia los lugares de menor pendiente aprovechando las redes de drenaje creadas por el agua en el relieve anterior a la erupción. Ese fue el recorrido de las coladas emitidas por los centros volcánicos de La Laguna y Liria, situados en las inmediaciones de Tuineje, que discurrieron cubriendo el fondo del valle de Pozo Negro hasta alcanzar el mar. El color oscuro y el aspecto rugoso de las coladas recientes de algo más de 100.000 años de edad contrasta con el material más claro de las laderas circundantes en las que afloran rocas que tienen una edad superior a los 13 millones de años. Ambos materiales son coladas basálticas, las más antiguas están recubiertas por suelos ricos en carbonato cálcico lo que le confiere un color más claro, en cambio las coladas más recientes no han tenido tiempo para que se formen suelos que cubran el color oscuro de los basaltos. El valle de Pozo Negro está excavado por el agua en el edificio escudo Central o de Gran Tarajal formado en el largo periodo de tiempo comprendido entre 22 y 13 millones de años. Tras millones de años de actividad erosiva, hace más de 100.000 años las erupciones de los volcanes de La Laguna y Liria formaron el Malpaís Grande y parte de esa lava emitida discurrió por el fondo del valle hasta alcanzar el mar. Un nuevo barranco se ha abierto al norte de la colada y, en la parte más cercana al mar, la colada ha sido cubierta por arenas calcáreas de origen marino. Pozo Negro es el único valle de Fuerteventura y de Canarias cuyo fondo está totalmente cubierto por coladas volcánicas recientes, poco alteradas y bien conservadas.




La costa Oeste

Las Peñitas, el Yosemite majorero

Cuando el magma alcanza la superficie de la Tierra da lugar a erupciones volcánicas en las que se forman diversos tipos de rocas volcánicas, como basaltos, muy frecuentes en la Isla, o traquitas, con una distribución más limitada. Sin embargo, cuando el magma se enfría en el interior de los edificios volcánicos, a varios miles de metros de profundidad, se forman plutones constituidos por rocas plutónicas, formadas por un agregado de cristales visibles a simple vista y, generalmente, más densas. Este es el caso las sienitas que forman el plutón de Las Peñitas que han quedado al descubierto por la erosión del edificio volcánico que las cubría. En Fuerteventura las sienitas de Las Peñitas forman una estructura geológica que contrasta fuertemente con el paisaje circundante. La morfología externa de estas sienitas está caracterizada por la presencia de grandes “lajas” o “escamas” más propia de macizos graníticos como los de la Pedriza de Manzanares en Madrid o el Yosemite en California y hacen de este afloramiento una rareza en las Islas Canarias. El anillo de sienitas está cortado y erosionado por el barranco de Vega de Río Palmas dando lugar a un estrecho desfiladero conocido como el Malpaso. La intrusión sienítica de Las Peñitas es volumétricamente la más importante de toda la serie de intrusiones de carácter sienítico-traquítico que constituyen el conjunto circular de Vega de Río Palmas. Tiene una disposición semicircular marcada, mostrando un espesor máximo de unos 800 metros en el extremo norte, adelgazándose progresivamente hacia el sur (unos 400 m).
Los escaladores aprovechamos esta roca magnífica.


































Atalayeja de la vieja, la montaña del pezón

La Atalayeja de la Vieja es un relieve que destaca por su peculiar morfología (dice mi amigo Alfredo que parece un pezón) que responde a su naturaleza geológica diferenciada. La cima corresponde a un resto de una colada basáltica procedente de la erupción del Morro Valdés, cuyo punto de emisión se situó en las proximidades de Betancuria, acaecida entre hace 5 y 4 millones de años. Esta colada reposa sobre unos conglomerados que contienen grandes bloques redondeados de gabros y diques del Complejo Basal suprayacente. En este sector, el Complejo Basal está constituido por las piroxenitas y los gabros del plutón de Pájara que producen un fuerte metamorfismo de contacto sobre las rocas encajantes, dando lugar a la aparición de anatexitas. Todo este conjunto de rocas plutónicas y metamórficas está profusamente atravesado por diques basálticos (coloración más oscura) y traquíticos (coloración clara). Y ahora, ¿dónde está el volcán?. Ya apenas quedan restos de las coladas basálticas que procedentes de la erupción del Morro Valdés, punto eruptivo situado en las proximidades de Betancuria, cubrieron los profundos barrancos y las lomas que aparecían en todo este sector occidental de la Isla hace unos 4.5 millones de años. Estas mismas coladas son hoy visibles en la costa, en el entorno del Puerto de la Peña. En esta zona, los flujos lávicos descansan sobre una antigua playa, hoy levantada, y llegan a formar espectaculares lavas almohadilladas e hialoclastitas.









Ajuy, el origen de la isla

En la margen derecha de la desembocadura del barranco de Ajuy, en el Puerto de la Peña, nos sorprende la presencia de unas rocas que presentan un fuerte bandeado casi vertical. Se trata de lutitas, limolitas y areniscas en capas alternantes que representan los sedimentos depositados en el fondo del océano hace unos 170 millones de años. Estos estratos se encuentran hoy trastocados desde su posición horizontal en el fondo del océano y se presentan en planos casi verticales volcados desde su posición original. Estos materiales están afectados por una densa red de fracturas y por abundantes fallas de desplazamiento centimétrico a decimétrico. Toda esta unidad se halla atravesada por diques basálticos y traquíticos, estos últimos más tardíos.

Sobre estos sedimentos se puede observar una rasa marina que se encuentra a unos 14 metros por encima del nivel del mar actual. Sobre la rasa descansa unos depósitos conglomeráticos originados en una playa hace unos 4.8 millones de años. Hacia tierra adentro se observa una colada basáltica procedente de la erupción del volcán de Morro Valdés situado en las inmediaciones de Betancuria. Sus coladas recorrieron 9 km hasta alcanzar la costa en las proximidades de la línea actual de playa y presentan en su frente numerosas lavas almohadilladas e hialoclastitas formadas cuando la colada penetró en el mar sobre la antigua playa de arena y callaos. La playa continuó formándose tras la irrupción de la colada ya que en los cantos de la misma se distinguen algunos de composición basáltica erosionados de la propia colada.

Por encima de la antigua playa y remontando la propia colada aparecen niveles de paleodunas de arenas calcáreas de origen marino formadas por fragmentos de esqueletos de organismos marinos alternantes con sedimentos aluviales (conglomerados y gravas). Los sedimentos aluviales proceden del interior de la Isla y fueron depositadas por efímeros cursos de agua; en cambio las arenas de las paleodunas proceden de los depósitos arenosos marinos dejados al descubierto cuando el mar se retiró dejando inactiva la antigua playa y fueron depositadas por el viento.

La posición de la antigua playa, elevada actualmente 14 metros por encima del nivel del mar actual, nos indica que el nivel del mar ha descendido en los últimos millones de años, o que la Isla se ha levantado, o que ambos procesos han actuado simultáneamente. A pocos metros al sur de Ajuy se encuentra la Playa de los Muertos donde podemos observar las rocas volcánicas que forman parte de la capa 2 de la Corteza oceánica en este sector del Atlántico. Se trata de una serie de lavas almohadilladas basálticas que se encuentran muy deformados. Estas rocas se formaron hace unos 180 millones de años en la dorsal centroatlántica cuando el océano Atlántico empezó a abrirse y América del Sur y Africa se encontraban mucho más cercanas. Se trata de las rocas más antiguas que aparecen aflorantes en superficie en las Islas Canarias. Sedimentos del fondo oceánico y lavas almohadilladas de la Corteza oceánica fueron levantados por gigantescos movimientos de rocas hasta aparecer hoy día por encima del nivel del mar.



                                               





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