Terminé el año corriendo las San Silvestre de Villaquilambre y León. El cabrón de mi nieto, Alex, me ganó en las dos, pero prometo resarcirme para el año que viene. El otro cabrón, Joselín Rubio, me puso los dientes largos cuando me propuso subir mañana la primera cumbre del 2011, pero me temo que no será.
Salud y montañas.
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